Hay un niño dormido sobre mi vientre.

Qué lugar tan simbólico para quedarte a dormir, niño. Sobre mi vientre, donde más mujer soy. Y tú, un niño dormido. Mientras duermes, mis manos recorren tus orejas, tu barba, tu nariz, tus ojos, tu frente y tu cabello, después tu cachete derecho, cuello y hombro. Con la punta del dedo escribo confesiones en la piel de tu brazo, te confieso que no eres como los otros niños que a veces se acuestan a mi lado. Tú eres especial. Duermes tan tranquilo sobre mi vientre que hasta creo no te da miedo nada, e imagino cómo sería si no tuvieras miedo cuando estás despierto. Cómo sería si, después de venir, me dijeras que soy más especial que otros orgasmos. Pero hace mucho me contaron que el hubiera no existe; me resigno. Tal vez para ti al final sí sea solo otro orgasmo, una buena compañía para ver la peli que ganó Oscar, desayunar al mercado en domingos. Tengo ganas de llorar pero no lloro, prefiero acostarme a tu lado y soñar con otros niños.
Que sean hombres, ahora, por favor. (Siento que ya crecí demasiado)

Postagens mais visitadas deste blog

ao mais bonito do salão